Recuento de dolores
No podía faltar él...
el que convertía
la blanca leche
en espesa sangre,
el que hacía doler
cada pelo
y amenazaba con arrancar
cada sueño que iba quedando.
el que convertía
la blanca leche
en espesa sangre,
el que hacía doler
cada pelo
y amenazaba con arrancar
cada sueño que iba quedando.