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Continuación de Recuento de dolores

No podía faltar él...
el que convertía
la blanca leche
en espesa sangre,
el que hacía doler
cada pelo
y amenazaba con arrancar
cada sueño que iba quedando.

El que me enseñó a vivir
en una paz resignada,
de esas que se sufren
día a día
pero que no se pueden dejar
tan fácilmente

Bonito. El ritmo es tierno, como el avance de un caracol.

me encanta este poema.

pd: tengo blog!

yapueeee
actualice!!!

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