Continuación de Recuento de dolores
No podía faltar él...
el que convertía
la blanca leche
en espesa sangre,
el que hacía doler
cada pelo
y amenazaba con arrancar
cada sueño que iba quedando.
El que me enseñó a vivir
en una paz resignada,
de esas que se sufren
día a día
pero que no se pueden dejar
tan fácilmente
el que convertía
la blanca leche
en espesa sangre,
el que hacía doler
cada pelo
y amenazaba con arrancar
cada sueño que iba quedando.
El que me enseñó a vivir
en una paz resignada,
de esas que se sufren
día a día
pero que no se pueden dejar
tan fácilmente
Bonito. El ritmo es tierno, como el avance de un caracol.
Posted by Anónimo | 2:34 p. m.
me encanta este poema.
pd: tengo blog!
Posted by Christian Rodríguez Büchner | 12:15 p. m.
yapueeee
actualice!!!
Posted by Anónimo | 10:41 p. m.